lunes, 28 de marzo de 2011

Capítulo 12...

Bea llegó en menos de diez minutos al hospital. Entró a la sala de espera, pero los padres de las chicas no se encontraban en el lugar. Decidió entrar a la habitación donde estaba ingresada la hermana de la fallecida.
A los pocos minutos comprobó que no había rastro de ellos, ni de Silvia. Registró el armario y las posesiones de la enferma seguían estando ahí.
Bea pensó que estaría en el baño. Justo ella salió por la puerta de enfrente a la inspectora.
-         ¿Sucede algo?- preguntó Silvia de lo más tranquila.
-         ¿Dónde están tus padres?
-         Se marcharon para casa. Yo les mandé que se fueran porque les notaba cansados. ¿Por qué?
-         Siéntate- ordenó. Por un minuto, las palabras de su compañero Javier, retumbaban en su cerebro. Que no fuera tan brusca. Lo intentaría, pero eso sería dejar de ser ella misma-. Hemos encontrado a tu hermana. Muerta- no pudo contarlo con menos tacto. Había sido cruel, lo sabía, pero algo no marchaba bien. El silencio de Silvia no era de sorpresa, ni de estado de shock. Se la veía asimilando las palabras, mirando hacia los lados un poco ida. Como pensando qué decir. Era como si tuviese un papel ensayado.
-         ¿Cómo que muerta?
-         Sí. Muerta de muerta. Que no vivirá más, que no estará entre tus padres y tú- Convencida de que no podía ser más cabrona, su reacción no concordaba con las palabras dichas. En una familia que acaba de perder un ser querido, llora, grita, se desangra por dentro. Pero Silvia estaba inmune. No daba señales de dolor y menos de desgarro interior. Era como... como si se lo esperase. No la pillaba por sorpresa, con lo cual, Bea empezaba a sospechar de Silvia. Que tenga algo que ver o aun peor, que sea ella la principal culpable.
-         La verdad es que ese tío no se anda con chiquilladas. Si no me llegáis a salvar, yo estaría en la misma situación que Sara- esta vez se la notaba asustada. Pensando en que ella podría haber sido aquella víctima y no su hermana, la ha hecho reaccionar de diferente manera.
-         Me tengo que marchar. Si hablas con tus padres, les comunicas que quiero hablar con ellos, ¿entendido?- sonó dura.
-         Está bien. Yo se lo diré- hizo caso omiso al tono de Bea.
La inspectora marchó de nuevo al lugar de los hechos. Con la velocidad que tomó su coche, no tardó más de siete minutos. Estaba verdaderamente preocupada, intrigada y con una rabia que la reconcomía por dentro. No sabía cómo demostrar que Silvia podía tener relación con las muertes. Era imposible que su propia hermana la matara. Desechó cualquier pensamiento de la posible asesina, pero agolparon en su mente ideas nuevas. Podría ser la cómplice. No han descartado la posibilidad de que sean dos personas las que andan detrás de los homicidios, y podía coincidir con la teoría que cabreaba a la agente.
Aparcó a la primera. Torcida. Le daba igual si estaba bien o mal aparcado, lo que corría más prisa es hablar con Javier y Decker. A los dos minutos llegó al lugar donde se encontraba el cuerpo. El forense y su compañero estaban hablando; apartados de los demás. Ella comenzó a correr, pues cada vez los veía más lejos.
Por fin llegó hasta ellos y éstos se quedaron con cara de extrañeza al ver el semblante serio y agotador de Bea. Con la respiración agitada, intentaba explicar lo que sucedía. Los chicos no entendían ni una palabra. Cuando paró de hablar, Decker intervino:
-         No te hemos entendido nada. ¿Podrías calmarte y explicarnos mejor? Nos estas asustando.
-         Es cierto, jefa. ¿Hablaste con los padres de las chicas?- preguntó esta vez Javier.
-         Está bien- respiró profundamente. Cogiendo aire despacio y soltándolo de golpe. Se sentía menos cansada. Debería dormir más para aguantar carreras como esa-. Fui al hospital para hablar con los padres de las víctimas. Ellos no se encontraban en ninguna parte. Entré en la habitación de la chica para comprobar que se hallaban allí, pero no estaban. Silvia tampoco habitaba la cama, así que temí que la hubieran vuelto a secuestrar. Miré en su armario y estaban sus objetos personales y su ropa. Cuando cerré la puerta de aquel armario, apareció ella del baño. Estaba muy calmada. Le dije lo de su hermana.
-         ¿Se lo dijiste con tacto?- interrumpió Javier.
-         Si no me interrumpes te lo cuento- cortó-. Intenté sonar menos brusca de lo normal, pero la noticia era la misma. Cuando se lo dije, su reacción fue de lo más extraño.
-         ¿Lloró? ¿Se desmayó?- intervino Decker esta vez.
-         Mucho peor- hizo una pausa-. No lloró, ni se desmayó; y mucho menos se puso histérica. No le pilló de sorpresa. Es más, estaba pensando qué decir o cómo reaccionar. Pienso que tiene algo que ver y está metida en estos asesinatos.
-         ¿Cómo va a matar a su propia hermana?- cuestionó Javier sin creérselo del todo.
-         Puede ser un millón de motivos. ¿Tú que piensas, Decker?
-         Es complicado- se agarró la barbilla con la mano derecha e hizo una pausa, pensando-. Por lo normal, es muy poco creíble que una hermana mate, pero sí puede haber algún motivo.
-         ¿Cómo cuál? ¿Estamos todos locos?- gritó el subalterno nervioso.
-         Es difícil de creer- respondió el forense-. Podría ser perfectamente por celos hacia su hermana.
-         ¿Y qué motivos serían capaces de matar a su hermana?- habló Bea de nuevo, pues estaba observando como reaccionaba su compañero.
-         Por ejemplo, el amor de un chico. Que el sujeto quiera a una y la otra esté despechada por saber que no es a ella a la que ama, sino su hermana. Hay montones de motivos, pero solo se me ha ocurrido ese.
-         Javier, ve al hospital y hazle unas preguntas a Silvia. Y muy importante; que te fijes en sus reacciones cuando le preguntas.
-         Está bien- aceptó él a regañadientes.
Los demás agentes estaban limpiando la zona y cogiendo pruebas. Se pudieron llevar el cuerpo al laboratorio. Javier se iba a marchar al hospital y Decker al laboratorio para examinar el cuerpo. Bea decidió irse con el forense para aclarar unos puntos sobre Silvia. Antes de montarse todos en sus respectivos coches, un policía gritó a Decker. Habían encontrado algo fuera de lo normal y le avisó; tal como él les pidió. Decker y Bea se miraron durante un segundo y giraron sus cuerpos hacia la dirección del agente. Javier ya se había montado en su coche, pero con los gritos, volvió a salir. Él se acercó hasta donde se encontraba la pareja y escuchó atentamente lo que el chico uniformado tenía que decirles.
-         Hemos encontrado algo un poco raro.
-         ¿De qué se trata?- incitó Decker al joven policía para que hablase.
-         Cuando hemos despejado el cuerpo del laberinto. Debajo de la fallecida, encontramos un escrito.
-         Sí. Una frase. Está en todas las muertes- explicó Bea de forma fría.
-         No. Hay otra. La frase que usted indica es sobre la víctima y casi siempre se ubica al pie de la mujer fallecida, o en su defecto, encima. La frase que yo le digo, estaba tapada por el cuerpo de la chica. Debajo de ella.
Todos se miraron con la cara horrorizada. Entre sorpresa, y preocupación, los tres se acercaron al pequeño laberinto que adornaba una pequeña plazuela. Cada uno en un espacio, se asomaron a leer la frase:
LOS ESPEJOS SON LA IMAGEN DEL ALMA. ¿QUERÉIS VERLO? EN EL PARQUE DE JESUITAS. EN LA CÚPULA. ABAJO.
Después de leerlo varias veces, seguían bloqueados. Bea fue la primera que reaccionó. Mandó a Decker que fuera al laboratorio a mirar el cuerpo de la muerta. Si encontraba algo, que la avisara. Javier y ella irían donde indicaba aquella frase.
A los quince minutos, llegaron donde la frase les indicaban. Había una pequeña plaza con una cúpula. Un techo ovalado con cuatro barrotes sujetándola. Miraron por todas partes, pero no encontraban ningún lugar donde indicara una abertura hacia abajo. Durante unos minutos, se desesperaron. No hallaron nada. Bea ordenó a Javier que interrogara a Silvia. Que le preguntara sobre Paco. Ella mientras, seguiría buscando.
A los veinte minutos, el subalterno se presentó donde su jefa; pero acompañado.
-         ¿Qué demonios…?
-         Perdona por tardar.
-         ¿Quién es?
-         Te explico. Fui al hospital a hacerle a Silvia las preguntas que tú me mandaste. Pregunté sobre Paco, y me dijo que después de estar con las dos hermanas, estuvo saliendo con Montse. La busqué en la oficina, llevé a varios agentes para que protegieran la casa y me la traje aquí para que hablaras con ella.
-         Buen trabajo, pero tendrías que haberme avisado.
-         Ya, pero preferí ahorrarte más disgustos.
Se sentaron los tres en un banco cerca de la cúpula. Bea comenzó a preguntarle sobre la relación que tuvo con el asesino.
-         No duró mucho- respondió ella-. Empezamos a salir el mismo día que me marchaba a Murcia.
-         ¿Seguisteis la relación a distancia?
-         Sí. Duramos como mucho un mes o dos, no lo recuerdo bien. Después volví aquí y nos vimos. Estuvimos juntos y más tarde me fui de nuevo. No hablamos de dejarlo, pero perdimos la comunicación y lo dimos por sentado.
-         ¿Te suena este lugar de haber venido con él?
-         Sí. Antes de comenzar a salir, éramos amigos del mismo grupo. Veníamos aquí a pasar la tarde y bromear.
-         Muy bien. En la victima anterior, nos ha dejado una pista. Nos han dado esta dirección y querría saber cómo entrar en la cúpula- apuntó ella al suelo de aquella parte del parque.
Los tres se pusieron a observar el suelo de mármol sin saber exactamente qué buscaban. A los pocos minutos, Montse encontró un aspa rojiza encima de una pequeña apertura. Una raja donde el suelo no estaba unido y la pintura, desgastada, se encontraba entrecortada por aquella pequeña separación.
Ésta, avisó a los agentes, y entre los tres, dieron impulso para que la compuerta se abriese.
*****
Una pequeña luz se asoma en el habitáculo oscuro que les aguardaba. Un eco profundo retumbó mientras los tres bajaban.
Jato observaba la escena desde un escondrijo apartado de la apertura, con cautela y paciencia. Sonriendo.
Cada uno iba mirando a un lado diferente de la estancia tan poco ventilada como poco iluminada. No se separaban y no veían nada.
Como un ciego sin su bastón, caminaban a tientas y pisando despacio. Bea, se acordó que tenía un artilugio en forma de llavero que le servía para iluminar sitios oscuros como aquel. Una pequeña linternita, unida por un arete de metal a unas sonoras llaves. Los tres iban algo mejor; alumbrando ella todo a su paso.
La inspectora encabezaba la pequeña fila india que se encontraba en el pasillo. Le seguía su compañero y después la chica. Se acostumbraron a la poca luz que desprendía el pequeño aparato, lo que les costaba menos aligerar el paso.
Unos metros más adelante sonó un Click, seguido de un estruendo; como una puerta cerrada de golpe. Los agentes se miraron y, seguidamente, miraron a la chica, pero ésta no estaba. Ella se había puesto al lado derecho para tener mejor visibilidad del camino y desapareció. Justo se encendió una luz. En su lado derecho, vieron una cristalera que llegaba hasta el techo de la estancia y tenía forma ovalada. Observaron atentamente, dándose cuenta que al final de aquel espacio iluminado, había una silla grande de madera. Como una silla eléctrica antigua, poseyendo correas en cada posa brazos y las dos primeras patas. En aquel objeto, se encontraba Montse atrapada en cada correa por sus muñecas y tobillos. Llorando a mares.
A su lado, se encontraba Jato sonriendo victoriosamente.
-         Gracias por traerme a la chica. Ya pensaba que tendría que ir a buscarla por mis propios medios- habló ronco y de forma irónica.
-         ¡Suéltame!- gritó ella
-         ¡Silencio!- cortó él, seguido de un bofetón en la mejilla izquierda con la parte de arriba de la mano. Montse gimió de dolor.
Los policías no creían lo que veían. Se quedaron perplejos sin saber qué hacer o cómo reaccionar. Bea espabiló antes y decidió hablar:
-         ¡Qué es lo que deseas!- no le preguntó. Lo dio por hecho, imaginando que lo hacía por pedir un rescate-. Te lo traeremos si sueltas a la chica.
Jato rió sonoramente y chistaba en forma de negación, haciendo que todos estuvieran confusos por saber qué adelantaba seriamente con esos actos.
-         ¿Qué adelantas con todo esto?- preguntó esta vez la inspectora, confusa sin saber qué esperarse.
-         Justicia- hizo una pausa-. ¿Sabes lo que es eso? Tú más que nadie deberías saberlo, ya que eres inspectora- continuó con voz calmada, mirando directamente a los ojos de Bea.
Ella trató de aguantarle la mirada y él no la separaba de la suya. Comenzó a asomarse una sonrisa malévola en el rostro, consiguiendo que un escalofrío recorriera la espina dorsal de la agente y apartara primero la mirada del asesino.
-         Basta de charla y vamos a lo importante- dijo Jato de nuevo con voz fría.
Dicho esto, se acercó a la chica, sacudió el brazo derecho donde salió un cuchillo afilado y sonrió maliciosamente.
-         ¡No!- chilló Bea dirigiéndose al cristal.
Al instante, sin borrarse la sonrisa de la cara, agarró el pelo de Montse y la acuchilló varias veces en el estómago. Ella tosió, dejando caer un ligero camino de sangre desde su boca hasta su ropa. La rajó desde el pecho hasta el ombligo. La desató de la silla y la acercó a los policías para que viesen mejor la escena. Con la sonrisa aun impresa en sus facciones y haciéndola triunfante, miró a Javier; después a Bea. Y sin separar la vista de ella, recorrió con el cuchillo el cuello de la víctima. Dando su último suspiro, la sangre de la yugular salía a chorros, empapando el cristal; haciendo un engaño óptico como si Bea tuviera la cara llena de aquel líquido rojizo con sabor a hierro.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanta!!!

Nerea Calderon

Adol dijo...

POR FIN cuantísimo tiempo esperando este capítulo JAJAJA y de nuevo una vez más Jato haciendo de las suyas. Luego me explicarás por qué has dicho Murcia en lugar de cualquier otra comunidad de esta España.
A ver. Lo de Silvia no lo veo. Ella no tiene nada que ver. Sigo con mis conclusiones en el siguiente comentario.

Anónimo dijo...

me encantaa! :)

Rebeca Insua

Eli :D dijo...

madre mia cuanto tiempo sin subir ehh
espero el sigiente pronto k me esta gustando...
segir asi besos

Bea dijo...

Ya, es mi culpa!!! :( Que no puedo con todo y tardo, y eso es lo que pasa. Me alegro que te haya gustado, y ahora le toca a mi compañero, que no se cuando se decidirá a escribirlo.


Adol, ya te diré porque Murcia, y... si tu piensas eso.. de que Silvia no tiene nada que ver... eres libre, jajaja!!!
Un besote a todos :)

Cristina dijo...

ostiaaaaaaaa!! joder k puto cabroooooooooooonn aghh lo matoo te lo juro no me jodas a matao ala chica delante d sus narices!!!! ¬¬!!! dios me encantaa el capitulo beaa esk cada vez lo haces mejor en serio =) no se como puedes llevar tantas historias a la vez jejej tqq

Cat dijo...

O_O sin palabras me habeis dejado sin palabras. Vale la pena la espera :) Pero espero que subais mas amenudo eh!!Está perfecto!Un besito!^^

Yersey Owen dijo...

Por fin!! Ya era hora, tenía ganas de saber como seguía la historia. Lo de Silvia es un pooco turbio, o al menos lo parece. Puede que no esté implicada directamente, pero parece que no le importa en absoluto que su hermana estñe muerta y la haya matado la ex pareja de las dos.

Ha sido un final de capitulo muy bueno, típico de películas de asesinos en serie y sustos, aunque con la mejora de que se deja ver y comete el crimen delante de la policía, jeje.