sábado, 30 de octubre de 2010

Capítulo 7...

Las últimas horas de la noche se agotaban y Bea no había conseguido conciliar el sueño. Después de una larga madrugada dándole vueltas a la cabeza, decidió levantarse y hacerse un café para comenzar el día de la mejor manera posible. Ante si le aguardaba una jornada dura de trabajo, y quería, por todos los medios posibles, ponerle fin a los sucesivos asesinatos. Comenzó a vestirse a medida k el café se calentaba en el microondas. Estaba deseosa de poder invertir la situación y no quiso esperar mucho más para  comenzar a trabajar. Se tomó el desayuno de un trago y se apresuró a coger el coche para ir en busca de su compañero. Apenas tardó unos veinte minutos en llegar a casa de Javier. Vivían bastante alejados, pero el escaso tráfico que había a esas horas tan tempranas, le permitió conducir con fluidez y llegar con cierta celeridad. Justo al llegar a la calle de Javier, pudo contemplar que éste ya se encontraba en la puerta esperando.
- ¿¡Una noche dura, eh!?- Exclamó Javier en forma de saludo.
- Son las cosas de este trabajo, ya sabes cómo funciona esto- respondió Bea más despejada de lo que se podía esperar.
- ¿Cuál es el plan para hoy?
- Yo iré a ver si aclaro más cosas con el testimonio que me pueda dar Noelia, la hermana de la última víctima. Y tú puedes pasarte por comisaría e intentar averiguar algo sobre nuestro querido Paco. Decker, que seguro que a esta hora ya estará allí, te puede echar una mano. Además, luego tenemos una aventurilla que correr en el cementerio.
- ¿En el cementerio? ¿Por qué?- preguntó Javier totalmente sorprendido.
- Pues no te lo vas a creer, pero resulta que según los datos que me ha facilitado Decker, Paco murió hace unos años en un accidente junto a su familia. Y como tú comprenderás, no voy a contemplar la posibilidad de que sea un espíritu el que esté cometiendo semejantes atrocidades. Está claro que tiene que estar vivo, porque sus huellas así lo demuestran. Además, sabes que Decker no comete errores.
- Siempre hay una primera vez para todo- contestó Javier de forma muy directa- . De todas formas, está claro que este chico se está tomando demasiadas molestias para ocultarlo todo; excepto sus asesinatos. Todo lo que está sucediendo tiene que estar meticulosamente premeditado por alguien con la mente muy fría. Podría incluso saber que le seguimos la pista aunque solo hacemos que dar palos de ciego.
- Es posible Javier, pero tarde o temprano sé que cometerá un error y por eso tenemos que estar preparados en todo momento para dar con él. Ve a comisaría, a estas alturas Decker ya debe de haber conseguido la orden de un juez para exhumar esa tumba. Así que, en cuanto acabe, nos reunimos y vamos a aclarar el tema.
- Perfecto jefa, en cuanto sepa algo te llamo y nos ponemos en marcha hacia el cementerio.
- No seas tan profesional que ya nos conocemos desde hace tiempo, no tienes porqué llamarme jefa- respondió Bea con media sonrisa mientras se dirigía al coche a la vez que se despedía de Javier.
Pasada una hora, Bea llegó a casa de Lucía dispuesta a hablar con Noelia. Enfiló las escaleras que la llevarían hacia su puerta. Justó al llegar pudo comprobar que la puerta estaba abierta, lo cual no le provocó una buena sensación. Debido a su trabajo, la inspectora era enormemente desconfiada a cada cosa que se salía de la normalidad. Al abrir lentamente la puerta, pudo comprobar que su instinto; como tantas otras veces, no le había defraudado. Al entrar en la casa comenzó a inhalar un olor muy desagradable. Ya acostumbrada a vivir situaciones de este tipo, Bea caminaba muy despacio hacía la habitación de la cual salía el repugnante olor. Abrió la puerta sin más dilación y observó los intestinos de alguien esparcidos por la habitación. El suelo estaba repleto de sangre.
- ¡Joder, él ha estado aquí, casi en nuestras narices y no lo hemos visto venir!- gritó en voz alta a sabiendas de que hablaba sola.
Se dirigió a inspeccionar la casa en busca de si podría estar Lucía. Ni de lejos sabía que sus sorpresas no habían concluido, y que algo más le esperaba en el salón. Fue deprisa a abrir la puerta pero ésta no se abría. Estaba candada. Bea no tenía la llave pero si mucha prisa, por lo que decidió tirarla de una brusca patada. La puerta aún se tambaleaba en el suelo cuando Bea entró en busca de Lucía y allí la encontró. Tirada en el sofá en el que habían estado sentados el día anterior. Estaba completamente muerta, también con un charco de sangre esparcido por el suelo. Tenía una abertura en la muñeca izquierda; y junto a sus pies, un cuchillo de cocina. Aquello tenía la mala pinta de haber sido un suicidio, pero Bea sabía que eso lo debía de averiguar Decker. De ser cierta su teoría, entendía que Lucía pudo escuchar lo que le estaba haciendo el asesino a su hija, sin poder hacer nada para ayudarla. De ahí que la puerta estuviera candada. Se apresuró a coger su IPhone para llamar a Javier, pero al desbloquearlo pudo contemplar que él ya la estaba llamando a ella.
- ¡Tengo alguna novedad sobre Paco!- comentó Javier apresuradamente.
- Pues si te cuento las que tengo yo…- contestó Bea con un tono irónico y muy serio- . Bueno, para resumir te diré que Lucía está en casa muerta, lo que probablemente haya sido un suicidio. Y te preguntarás por qué; pues yo te lo digo. Pues porque en la habitación de Noelia ésta no estaba. Lo que sí que estaban eran sus intestinos por el suelo de la habitación rodeados de sangre. Lo que me hace deducir que Paco le ha hecho una visita y desgraciadamente Noelia está muerta. Seguro que, próximamente, nos avisaran de que han encontrado su cadáver.
- ¡A veces eres un poquito bestia! ¿Lo sabes, no?- cuestionó Javier totalmente asombrado.
- Lo sé, pero entre la prisa que tengo por resolver esto y lo que nos está mareando nuestro amiguito, me estoy empezando a poner de muy mal humor; más del habitual. Necesito que vengas aquí para irnos al cementerio. Por cierto, tráete a Decker para que eche un vistazo a todo el estropicio que hay aquí montado. Ya me comentas en persona lo que hayas descubierto tú.
- Estaremos allí lo más rápido que podamos- dijo Javier justo antes de finalizar la llamada.
No llevaba ni veinte minutos de espera cuando Bea vio entrar a Javier y Decker en la casa de Lucía.
- Decker, aquí tienes trabajo para que pases el día entretenido. Por favor, averigua todo lo que esté en tu mano que quiero atrapar a ese malnacido cuanto antes.
- Todos queremos lo mismo. No se preocupe que no pasaré ni un solo detalle por alto, se lo prometo.
- Javier, vamos al cementerio y en el coche me cuentas lo que habéis descubierto.
 Los dos policías bajaron las escaleras apresuradamente sin cruzar ni una palabra, hasta que ya por fin dentro del coche retomaron la conversación.
- Te cuento. Por lo visto Paco, con sus padres y sus dos hermanos murieron en un accidente de coche. Por lo que se pudo saber, ese accidente fue provocado por alguien.
- ¿Y eso por qué?
- Por lo visto, el padre de Paco era un hombre muy poderoso, con mucho dinero y varios negocios; deduzco que alguno turbio. Alguien puede ser que le tuviera entre ceja y ceja y decidió cargárselo por la vía rápida junto a su familia.
- ¿Cómo provocaron el accidente?
- Pues muy meticulosamente, la verdad. Por lo que después se investigó, resulta que, en la bombona de gas; donde se rellena el aire acondicionado del coche, le echaron cloroformo. Entonces en el momento en el que accionaran el aire, el cloroformo se expandió por todo el coche; provocando el sueño eterno de esa familia, ya que al dormirse todos, perdieron el control del vehículo. Esto provocó que se pasaran al carril contrario y chocaran de frente contra un camión, que venía en sentido contrario  y murieran todos en el acto, incluso el camionero.
- ¡Todos no!- respondió Bea interrumpiendo a Javier- . Estoy segura de que Paco sigue vivo y lo acabaremos demostrando.
- El coche y el camión quedaron totalmente calcinados. De Paco concretamente se encontraron dos dientes y un dedo. De sus familiares no pudieron rescatar mucho más. Aun así el alcalde decidió, como pequeño homenaje debido a las influencias del padre de Paco, que metieran los pocos restos hallados en unas urnas y los enterraran en un panteón común con una tumba para cada uno. Y ese cementerio está precisamente delante de nosotros.
La conversación entre ambos había sido tan expresiva que Bea no había reparado, ni en el camino, ni en que ya habían llegado a su destino.
- Deberíamos de hablar con el vigilante de aquí para que desalojara a la gente y nos dejara investigar a solas. Lo que menos necesitamos ahora es algún curioso observando muertos- sugirió Javier.
- Tienes razón. Encárgate de hablar con él, que ya sabes que yo le puedo decir cualquier burrada si se me agota la paciencia-
- ¡Perdone!- avisó Javier al guardia enseñándole la placa- . Necesitamos que saque a la gente del cementerio porque tenemos que investigar en un panteón. Aquí traemos la orden de un juez para proceder.
- ¡Ningún problema!- exclamó el vigilante a la vez que examinaba dicha orden- . Denme unos minutos por favor.
Al rato, el vigilante se apresuró a cumplir lo acordado con los policías.
- ¡Señoras y señores, les rogaría que abandonaran el cementerio con la mayor celeridad posible, porque en unos minutos quedara cerrado!-proclamó el vigilante por un micrófono con el que contactaba con la gente que allí se encontraba.
Al poco tiempo el recinto fúnebre se cerraba a espaldas de Bea y Javier mientras éstos se encaminaban hacia el panteón. Alrededor de un kilómetro de cuesta arriba, caminaron hasta por fin dar con un panteón en el que había un letrero en la puerta que decía: Familia García. Era generosamente lujoso con dos figuras de dos ángeles a cada lado de la puerta. Justo encima de la puerta, había un tercer ángel con una espada apuntando hacia abajo. Era una réplica del arcángel San Miguel, situado en lo alto del castillo de San Ángelo de Roma y esculpido por Bernini. Probablemente los ángeles de los lados serían réplica de alguno de los que están situados en el puente de San Ángelo.
- ¡Se nota el poder adquisitivo que tenía esta familia!- dijo Javier asombrado.
- La verdad es que el panteón es precioso, pero no hemos venido a ver un museo sino a investigar- replicó Bea.
- ¿Crees que los asesinatos pueden estar relacionados con el accidente provocado?- preguntó Javier.
- Cabe la posibilidad, no te digo que no, pero eso también habrá que investigarlo. Vamos a dentro a abrir la tumba de una vez, que esto no es un plato de muy buen gusto, la verdad.
Bea abrió la puerta y se dirigió en busca de la tumba de Paco. La encontró al último intento. Curiosamente era la única tumba que no tenía una foto del difunto. Javier se apresuró a abrir la tumba con una palanca que había portado durante todo el trayecto. Bea era una chica fuerte y poco impresionable, así que ni se lo pensó a la hora de ayudar a su compañero. Después de unos instantes haciendo fuerza con la palanca, lograron abrir la lápida y ver lo que había en su interior. Los ojos de ambos no daban crédito a lo que estaban observando. Era el cuerpo sin vida de Noelia, con el estómago totalmente abierto y cubierto de sangre. Javier por un momento pensó que vomitaría, pero se aguantó como pudo y solo consiguió decir:
- ¡No me lo puedo creer, nos la ha vuelto a jugar bien este cabrón!
- ¡Mira, pues aquí tienes su firma!- respondió Bea con la misma cara de asombro que su compañero.
Javier giro la cabeza y vio que encima de la lápida, en la parte que había estado enterrada se podía leer:
TU ATRÓZ CODICIA POR QUERERLO TODO VACIÓ TU ESTÓMAGO
- ¡Esto ya pasa de castaño oscuro!- exclamó Bea con mucha ira contenida. Este tío se sabe de memoria cada paso que vamos a dar justo antes de que lo demos. Cada pista que encontramos nos lleva al siguiente sin sentido. Y lo peor de todo, es que al ritmo que estamos yendo, lo único que crecen son mis ganas de cogerle y las víctimas. Esto hay que pararlo como sea, tenemos que adelantarnos a él en alguna ocasión.
- ¿Qué sugieres que hagamos ahora?- preguntó Javier totalmente abatido.
- Confiemos en que Decker sea capaz de encontrar algo en la escena del crimen y que nos pueda guiar. Ahora mismo es del único hilo que podemos tirar. No te vengas abajo Javier, te prometo que a éste lo metemos a la sombra como que me llamo Bea.

sábado, 9 de octubre de 2010

Capítulo 6...

Pasaban cuatro horas de la medianoche. Noelia por fin había conseguido conciliar el sueño. Los últimos días fueron muy difíciles para ella y para su madre. Su padre murió unos años antes debido a un horroroso accidente en las vías del tren, pero no imaginaban que el destino les deparaba otra pérdida, la cual les sucedió hace apenas dos días. Se trataba de su hermana Mónica, cruelmente asesinada.
Se escuchó un ruido y Noelia se despertó sobresaltada con los ojos abiertos, casi saliéndoseles de las cuencas. Posó su mano derecha en el pecho por la impresión y respiró agitadamente. Se quedó parada unos segundos para comprobar que volvía a escuchar aquel ruido. Cuando se convenció que podría ser fruto de su imaginación, se recostó de nuevo y cerró los ojos para intentar conciliar otra vez el sueño.
Comenzó a pensar en la conversación que tuvo hace horas con su madre, nada más llegar a casa después de trabajar.
- Hija, han estado dos policías aquí en casa- comenzó Lucía.
- ¿Encontraron a mi hermana?- preguntó ella ansiosa.
- Si- contestó con un hilo de voz.
- ¿Dónde está?- empezó Noelia a ponerse nerviosa y mirando de un lado a otro buscándola.
- Quiero que me cuentes que te pasó con Paco.
- ¿Qué tiene que ver él con mi hermana?- preguntó con lágrimas en los ojos y con un poco de extrañeza en su voz.
- Solo cuéntame, por favor- suplicó Lucía.
-  Fue hace mucho tiempo. Estábamos muy felices, o eso creía yo. Un día fui a casa de mi ex, Oscar. No se cómo, Paco se enteró que nos enrollamos y me dejó. Yo intenté explicarle que no significaba nada para mí. Oscar quería volver conmigo y yo estaba confundida, pero en cuanto vi que podía perder a Paco se me aclaró todas mis dudas. Desde entonces no quise saber de él, odiándolo por no dejarme explicar y no querer volver conmigo.
- ¿Eso es todo, hija?
- Si, mamá. Ahora dime, ¿qué tiene que ver Paco con mi hermana? ¿Ella dónde está?- preguntaba desesperadamente.
Hubo un silencio incómodo de unos segundos, pero para Noelia fueron eternos.
- ¡Habla ya, mamá!- exigió.
- Verás… Ven, será mejor que te sientes- indicó Lucía a su hija a sentarse en el sofá con un tono calmado; intentando tranquilizarla, mientras hacía tiempo en buscar las palabras adecuadas para que no sonara brusco.
- Me estás asustando, ¿qué pasa?- Noelia gimió en sentido triste, haciendo que sintiera verdadero pánico por lo que le fuese a decir su madre.
- Me dijeron los policías que… tu hermana… la encontraron asesinada y que el culpable de su muerte podría ser Paco- Lucía soltó toda la información de golpe, casi sin respirar, para que su hija no la interrumpiera. Al finalizar observó que ella estaba en estado de shock. Su postura estaba con la boca y los ojos abiertos, estando paralizada y mirando al vacío. La mueca de su cara indicaba que estaba totalmente desencajada por la noticia.
- No… puede… ser… cierto- consiguió pronunciar después de un rato- . ¿Mi hermana muerta? ¿La mató Paco?- preguntaba atropelladamente mientras miraba a su madre con verdadero pánico y tristeza.
- Mi niña- dijo Lucía llorando y cogiendo a la vez las manos de su hija para intentar consolarse ambas- , ya sé que es difícil de creer pero es cierto. Mañana vendrán los agentes para preguntarte sobre Paco y vuestra relación. Desde siempre, nunca me ha dado buena espina ese chico y con su apariencia, dudo que sea un asesino, pero a estas alturas… ya me creo que sea capaz de matar cualquier persona aunque no dé el perfil.
Noelia solo asintió con la cabeza y sollozaba. Su madre la abrazó fuerte para calmarla y darla fuerzas.
No pudo evitar volver a llorar al recordar aquella conversación. No aceptaba que su hermana ya no volvería a estar con ellas. Se abrazó fuertemente a la almohada como si su vida dependiera de ello. Sin darse cuenta, quedó profundamente dormida.
Unas horas después, se oían pasos sigilosos sobre la madera de la casa. Era parquet y con cualquier pisada mal dada, se escucharía hasta en la calle. Aquel desconocido abrió una puerta con lentitud para que no hiciese ruido. Lucía descansaba tranquilamente. Volvió a cerrarla y regresó tras sus pasos. Ahora se dirigía por el salón hasta otra puerta. Hizo lo mismo que con la anterior y miró como Noelia dormía abrazada a su almohada con las cejas fruncidas. Entró muy despacio, cerrando la puerta tras él. La habitación estaba fresca, sintiendo una pequeña brisa a causa de tener la ventana abierta. Se iba a sentar en la silla del escritorio, colocado al fondo de aquel dormitorio. Seguía andando con pasos cautelosos en aquella dirección. La habitación estaba a oscuras, lo que hacía más fácil que no le viesen el rostro. Aun así él se puso el pasamontañas y esperó a que ella despertara; no sin antes, taparle la boca con cinta aislante para que no gritara. También la maniató, para que no intentara quitarse la mordaza.
A las pocas horas más tarde, Noelia se despertó. Se sentía extraña. Cuando pretendía estirarse, se dio cuenta que no podía. Comenzó a observar que estaba atada de manos y pies, impidiendo que pudiese subir los brazos a su cabeza. Miró fijamente enfrente de ella, enterándose que había un hombre sentado en su silla de escritorio y con pose de estar esperando.
- Ya pensaba que no despertarías- comentó burlón- . ¿Cómo has amanecido hoy?- añadió.
Hizo una pequeña pausa y prosiguió.
- ¡Vaya! Parece que no me quieres contestar- volvió a decir irónicamente.
Se levantó de la silla y se acercó a la cama con paso tranquilo y sin prisa. Cuando estuvo cerca de Noelia, se agachó; quedando de cuclillas frente a ella.
- Ni se te ocurra chillar, será en vano- susurró distante y feroz.
Dicho esto, el hombre le quitó la cinta con demasiada velocidad, haciendo que la chica se quejase y moviera los labios de un lado a otro.
- ¿Quién eres?- preguntó entre curiosa y asustada.
- Puedes llamarme Jato, encantado- asomó una sonrisa falsa en su cara- . Basta de presentaciones, comen…
- Paco, ¿eres tú?- le interrumpió.
- Da igual quien sea, ¿no?- pronunció aquellas palabras con una voz fría y dura.
- ¿Por qué haces esto?
- No es de tu incumbencia- replicó- . Además, ¿qué más te da por qué lo haga? Tú hiciste otras cosas que ni pensaste en el sufrimiento que ocasionabas.
- Perdóname, estaba confundida- rogó con súplica. Sentía miedo en su interior por lo que pudiese hacerle. Si fue capaz de matar a su hermana, puede que sea capaz de matarla a ella.
- Ya es tarde para disculpas y contemplaciones. Basta de charlas, ¡estoy harto!- soltó las palabras como puñales, casi escupiéndolas como si fuesen fuego.
Se incorporó y se dirigió hacia el escritorio. Se sentó encima de la mesa y detrás de su gabardina, sacó algo. Noelia temía por su vida. Intentó razonar con él, pero eso parecía que le enfureciese aún más. Jato se acercó con pasos agigantados y enseñó a Noelia un cuchillo afilado, como los que usan los militares para cortar cualquier utensilio. Se veía muy afilado. Apoyó la punta de éste en forma pensativa. Noelia se asustó, no sabía qué hacer para salvar su vida.
- ¡No lo hagas, por favor!- gimió mientras brotaba de sus ojos un par de lágrimas.
- ¡Cállate!- contestó furioso.
- ¡Por favor!- suplicó con los ojos cerrados y sin parar de llorar.
- Me estás colmando la paciencia, mocosa.
A continuación de decir esas palabras, cortó bruscamente la cuerda de las manos. Automáticamente, Noelia extendió los brazos y dejó libre y destapado el pecho de ella, lo que hizo reaccionar a Jato para apuñalarla en el pecho izquierdo, justo en el corazón. Noelia escupió sangre pero aún vivía, milagrosamente. Mientras él la apuñaló, le surgió una gran idea; lo que hizo que sonriera maliciosamente. Movió el cuchillo hacia el estómago, haciéndole una abertura grandísima. Aquello provocó un gran chorro de sangre que le salpicó la cara. Empezó a hurgar con el arma, consiguiendo que la herida sea más grande y profunda. Estuvo así durante unos minutos, hasta que sacó el cuchillo y pudo ver sus intestinos. Metió la mano y los esparció por toda la habitación. Cogió un clínex y lo sacudió, para después limpiar la fina hoja de sangre y la empuñadura. Se guardó el arma donde lo tuvo colocado antes y salió de la casa sin hacer ruido con el cuerpo a cuestas, tapado con las sabanas y el edredón.