martes, 30 de noviembre de 2010

Capítulo 10...

Silvia. Así se llamaba la chica secuestrada y que salió con vida de aquel edificio. Se encontraba en el hospital para comprobar que no hubiese sufrido ninguna herida interna ni externa. Los policías estaban ansiosos por querer hablar con ella y preguntarla de lo sucedido. Javier esperaba en la sala de espera. En cambio, Bea, no dejaba de pasearse de un lado a otro; poniendo a su compañero crispado de los nervios.
-         ¿Quieres estarte quieta? Me pones nervioso.
-         ¿Te digo lo que tienes que hacer? No, ¿verdad? Pues cierra la boca- respondió Bea malhumorada.
Javier decidió dar el tema por zanjado.
Esperaron durante diez minutos hasta que el médico se acercó a hablarles.
-         Por suerte no tiene heridas internas graves. Externas no tiene ninguna. De momento la dejaremos en observación para ver como evoluciona. Ha inhalado el humo del fuego y sufre una conmoción en la cabeza- relató el médico nada más estar aproximado a los agentes.
-         ¿Sufrió un golpe en la cabeza?- preguntó Bea intrigada- , ¿Cómo ha podido inhalar humo si estaba en otra habitación al incendio?- añadió sin entender nada.
-         Sí. No sé si le dieron un golpe o ella se cayó. El golpe es leve asique no hay de qué preocuparse, pero queremos estar seguros de que no aumenta a algo más grave. El humo, aunque esté en otra habitación, se esparce por todo el habitáculo. Aunque no haya llegado a la habitación donde se encontraba ella, algo de humo si ha inhalado y ha sido intoxicada.
-         Está bien. Lo entendemos. ¿Cuándo podremos visitarla para hacerle unas preguntas?- comentó esta vez Javier, viendo a Bea muy alterada.
-         Dentro de unas horas mínimo, o quizá, mañana a primera hora.
-         Vale. Pasaremos luego para ver cómo sigue.
La pareja policiaca se marcharon. Bea seguía malhumorada y algo desconcertada, porque por más que avanzaban y encontraban algo, éste se difuminaba y es como si nunca hubiese existido; lo que hacía que fuese todo más desconcertante y entendieran menos la situación.

******

El cielo estaba encapotado por una manta de estrellas. Había pasado un día desde el incendio del edificio y ya oscureció. Era ya entrada la madrugada y Jato observaba un autobús a lo lejos. Quien conducía era una joven de unos 25 años. Delgada y de pelo castaño claro. Sabía que tenía ojos marrones oscuros y, que hace mucho tiempo, todo le daba vergüenza. Estaba al tanto de que ya no es tan vergonzosa como antaño.
Seguía observando. El recorrido se lo sabía de memoria, asique fue andando como quien da un paseo. No acompañaba el tiempo, pues el frío calaba hasta los huesos. Siguió andando hasta la última parada del turno de aquella chica. Paró enfrente de la marquesina donde la gente esperaba, sentada o de pie, al vehículo de trasporte. Notó de lejos, que subía el freno de mano.
-         ¡Llegó mi turno!- pensó Jato mientras cruzaba la carretera.
Alcanzó el otro lado de la calle y con la cabeza gacha para disimular, subió al autobús; pues las dos puertas estaban abiertas. Decidió entrar por la que los pasajeros pagan el billete. Con la mano derecha sujetando un pañuelo, se acercó sigilosamente. La chica no se dio apenas cuenta, pues estaba haciendo la caja en lo que esperaba a su compañero antes de irse a su casa. Jato aprovechó que ella tenía la cabeza mirando hacia abajo, que le colocó el pañuelo en la cara; tapándole la boca y la nariz. A los pocos minutos, la chica bajó de golpe la cabeza inconscientemente. No se golpeó porque Jato la tenía aun sujeta con la mano que poseía el pañuelo. Abrió la pequeña puerta que daba acceso al asiento del conductor y la sacó recostándola en su hombro. Por suerte, tenía el coche aparcado cerca de la zona, asique no sería visto por nadie. No había ni un alma a esas horas de la noche por la calle.
La metió en el maletero y arrancó veloz hacia su guarida, donde apresaba a todas sus víctimas y donde mató a la primera; Cristina. Le salió una sonrisa maléfica en su rostro cuando recordó la manera de matarla y cómo la expuso a la vista de todos.
Subió el cuerpo inconsciente de la chica hasta el dormitorio. La ató de pies y manos sobre la cabecera y los posa pies de la cama. La sujetó de una manera que no podría deshacer el nudo ni el más profesional. Cogió una silla de aquella habitación y se sentó enfrente de la cama, observando cada movimiento suyo hasta que se despertara. Antes, la despojó de toda la ropa, teniéndola expuesta y desnuda para él sin excitarse lo más mínimo. Solo la miraba con cara de asco.
Pasó hora y media cuando la prisionera se despertó. Nada más abrir los ojos, vio la cara de Jato; la misma cara de asco desde el principio. La chica se alarmó e intentó huir, pero se dio cuenta que no podía asique forcejeó sin resultado alguno.
-         ¡Tranquila, no podrás soltarte por mucho que te muevas!- habló Jato con repugnancia mientras se acercaba a la chica.
La tocó el tobillo, haciendo que ella moviera el pie para apartar la caricia que subía por su pierna.
-         Shhh. ¿Te haces la estrecha solo conmigo? Eso no está bien- dijo esta vez entre indignado y algo pausado.
Agarró un cuchillo que tenía guardado en el bolsillo trasero de su pantalón y la volvió a acariciar, pero con el filo del cuchillo. Esta vez, la chica lloraba e intentaba quitarse de encima el roce de la fría hoja, pero temía que la cortase.
-         ¿Por qué haces esto Paco?- preguntó cómo pudo entre sollozos.
-         ¿No ves las noticias?- ella negó con la cabeza- . Muy mal, normal que estés tan mal informada. Hago esto para que todas sepáis el daño que me habéis hecho sentir por vuestra culpa.
Jato siguió con el cuchillo, subiendo por la rodilla. Se paró en la vagina de la chica. Ella al notar el frio cuchillo, gimió. Jato no sabía si entenderlo por un gemido de miedo o de placer. Le daba lo mismo. No sentía atracción sexual por ella. Para fastidiarla, la tocó con la mano el punto más sensible de esa zona. Se notaba que se intentaba reprimir, pero no podía. Seguía sollozando.
-         ¿Te gusta, verdad? Nunca cambiarás. Siempre serás la zorra de todos- dijo con una mirada envenenada. Siguió estimulando, notando como la chica se mojaba y sin poder reprimir mucho los gemidos de placer que sentía.
Jato con la otra mano, sin dejar de tocarla, prosiguió el recorrido con el cuchillo; tocándole los pechos. Veía en la mirada de la chica que no quería que la tocase, pero una nube oscura bañó sus pupilas por el deseo que crecía en su interior. Ante esto, el asesino sonrió con malicia. Estimuló más rápido, lo que hacía que ella gimiera más sin quererlo. Era contra su voluntad.
-         Ya verás que placer sientes en unos momentos. Querrás hasta repetir.
Sin parar con la mano entre las piernas de la chica, con el cuchillo bajó igual de despacio hasta juntarse con la otra mano. Jato se iba acercando, inclinándose hasta ese punto. Ella abrió los ojos al pensar lo que creía que la iba a hacer. No creería que fuese a tocarla con la lengua. Aunque estuviese disfrutando de las caricias, se sentía sucia por dentro. Cuando él estuvo demasiado cerca. Dejó de estimularla para cortarle los labios de la vagina. El grito que pegó la víctima era ensordecedor, desgarrador.
-         ¿Ves cómo gritas ahora? ¿Te gusta más así?- preguntó sádicamente.
No paraba de bañarse las sábanas con la sangre de la chica.
-         A ver si te gusta también esto.
Dicho esto, le metió el cuchillo por la vagina, penetrándola hasta el fondo. Se volvió a escuchar otro grito, más agudo si cabría.
Ella entre lágrimas y gritos, no dejaba de sentir dolor. Se desangraba. Le asestó varias puñaladas más en su entrepierna; haciendo que los cortes sean más profundos y se desangrara más. Cuando se cansó de penetrarla con el cuchillo, le dio otra asestada en la misma zona y dejó un rato el cuchillo. Ella no paraba de chillar del dolor. Jato sin soportarlo y haber escuchado suficiente; la tapó la boca con cinta aislante. Al poco rato, le introdujo casi entero el arma blanca en su interior. Con un movimiento seco, lo sacó y fue al baño. Antes de girarse para limpiar el filo, observó cómo salía un gran chorro. Sonriente y triunfante, se dirigió al baño.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Capítulo 9...

El sol comenzaba a destellar los primeros rayos de la mañana. Jato observó el reloj que se ubicaba en la parte inferior derecha de su portátil. Pasaban escasos minutos de las nueve de la mañana. Lo tenía todo preparado tal y como lo había premeditado. Tan solo faltaba el broche final, y ya era el momento de mandar el video desde el ordenador. Abrió su correo y acto seguido envió su grabación a la dirección indicada.
- Todo está listo- pensó.

*********

- ¡Decker!, ¿trajiste ya el ordenador que encontramos en la casa de Paco?- preguntó Bea con cierto tono malhumorado.
- Lo tengo ya conectado en su despacho.
- Vamos a examinarlo con detenimiento, es la única posibilidad que tenemos para encontrar algo que nos ayude a localizar a Tamara.
- ¡Un momento Bea!- interrumpió Javier acompañado de una joven- . Esta chica acaba de venir, diciendo que conoció a Paco.
De repente, a la inspectora se le iluminó la cara.
 - Por favor, ¿podrías acompañarnos a la sala de interrogatorios? Allí hablaremos más cómodamente. Decker, examina el ordenador y si encuentras algo, no dudes en venir a decírmelo en el acto.
- De acuerdo jefa-  respondió Decker.
Justo después, Bea y Javier acompañaron a la chica hacia la sala y comenzaron la conversación.
- ¿Cómo te llamas?- preguntó la inspectora para comenzar.
- Me llamo Isabel, pero todos me llaman Isa.
- Yo soy Bea y él es Javier. Cuéntanos lo que sepas.
- Paco y yo fuimos muy amigos. Las mujeres que, supuestamente, ha asesinado, tuvieron una relación sentimental con él. La última chica que yo le conocí, se llamaba Tamara; por eso vine al enterarme que estaba desaparecida.
- Tengo algo muy importante que deberíais ver- interrumpió Decker en la sala a los pocos minutos.
- Ya puede ser algo importante- Contestó Bea con rabia.
- Diría que recibir un vídeo del asesino es bastante importante, ¿no te parece?
- ¡Javier, comunica a un agente que prepare un piso franco para la protección de Isa!- dijo Bea con autoridad- . Volveremos a buscarte al piso en cuanto terminemos- añadió dirigiéndose a la joven.
Los dos policías se apresuraron a ver la grabación. Javier inició el reproductor del ordenador.
Se observaba una habitación a oscuras con una luz tenue. De lejos, se divisaba una chica sentada en una silla. Tenía la cara tapada con un verdugo de color negro y estaba atada de pies y manos sobre la silla. Se encontraba vestida con un camisón blanco por las rodillas y con manchas que parecían grasa. De repente, se encendió la luz; lo que hizo que Javier reconociera la habitación inmediatamente, acto seguido pausó el video.
- ¡Está en su casa!- exclamó Javier- , reconozco los cuadros que tiene al lado de las estanterías, lo que consiguió llamar mi atención.
- Continuemos viendo el video.
Justo en el momento de volver a reproducirlo, apareció un hombre con un pasamontañas cubriéndole el rostro.
- Soy Jato. He observado que habéis venido a hacerle una visita a mi casa. También os llevasteis mi ordenador, pero bueno, eso me sirve para comunicarme con vosotros. Os preguntareis por qué hago esto. Bien, simplemente son coincidencias condenadas que conducirán a restablecer el orden de las cosas. Seguramente, vosotros lo llamareis venganza; aunque yo no lo veo así. Supongo que observareis a la chica que está al fondo de la habitación- Dijo esto último acercándose con una garrafa de la mano, teniendo puestos unos guantes negros- . Esta vida puede salvarla vuestra eficacia- comentó mientras empapaba a la chica con el líquido, que parecía gasolina. Dio unos pasos hacia atrás, dejando un camino de unos cinco metros de gasolina desde la chica hasta casi la puerta de la habitación. De repente, frenó en seco y se sacó una larga vela de su bolsillo. La partió por la mitad y la puso en el suelo, justo al final del camino de gasolina que había dejado. De su otro bolsillo, sustrajo un mechero negro y encendió la vela.
- Tenéis el tiempo exacto, lo que dure esta vela en gastarse para venir a salvar a la chica. Ya que habéis venido a mi casa sin invitación, espero que ahora que os invito tengáis el detalle de venir. Creo que esta chica también os lo agradecería bastante. En vuestras manos encomiendo su vida- Esto fue lo último que dijo antes de que el video finalizara, difuminándose poco a poco la imagen.
Ni medio segundo pasó cuando Bea exclamó:
- ¡Tenemos que ir inmediatamente, Javier! ¡Hay que salvar a la chica!
Rápidamente se pusieron en marcha y bajaron al parking de la comisaría. Cogieron un coche patrulla. Javier se puso al volante sin dudarlo ni un instante. Accionó la sirena y arrancó el vehículo al mismo tiempo que Bea llamaba a los bomberos, dirigiéndolos hacia la dirección de la casa de Paco. No se encontraron a penas tráfico, lo que hizo que apenas tardaran diez minutos en llegar a su destino. Justo al aparcar pudieron observar  que, de una ventana de la parte superior de la casa, salían llamas y mucho humo. Los dos policías salieron del coche, mientras escuchaban la sirena de los bomberos; lo que indicaba que acababan de llegar justo después que ellos.
- Aquí hay algo raro- dijo Javier en plena carrera.
- ¿A qué te refieres?
- A la ventana de la que sale humo. Creo que esa no es la habitación que estaba grabada en el video.
- ¿Estás totalmente seguro Javier?
- Sí, estoy convencido de que esa no es la habitación.
- Puede que tengas razón, aun así, tenemos que mirar primero la habitación que está en llamas.
Al poco rato de que llegaran a la puerta, justo apareció un bombero detrás de ellos.
- ¡Apártense, por favor, intentaré apagar esto en el menor tiempo posible!
Dicho y hecho, el bombero tardó unos instantes en apagar el incendio de la habitación. Al dispersarse todo el humo, ambos policías pudieron observar que Javier estaba en lo cierto. Aquella habitación no era la que salía en el video. Pero lamentablemente no fue eso lo único que pudieron ver. Al mirar más al fondo, pudieron contemplar el cuerpo sin vida de una chica. Aunque el cuerpo estaba levemente quemado, mirándole a la cara  pudieron distinguir a la chica perfectamente. Era Tamara, y justo a sus pies se podía leer:
AL IGUAL QUE TÚ ATRAVESASTE MI CORAZÓN, ATRAVIESO YO AHORA EL TUYO.
- No tiene sentido, la chica a muerto quemada – comentó Javier con tono de sorpresa.
- Obsérvala bien Javier, tiene una herida en la parte izquierda del pecho. Esto me hace suponer que Paco ya la había matado antes de provocar el incendio.
- ¿Pero entonces, por qué todo este espectáculo? No lo entiendo.
- Yo tampoco. Tenemos que examinar toda la casa empezando por la habitación del video. Lo que está claro es que él quería que viniéramos aquí.
Inmediatamente después, ambos se dieron la vuelta para buscar la habitación que salía en el video. No tardaron mucho en encontrarla, ya que Javier recordaba por completo la distribución de la casa. Al abrir la puerta lo único que aumentaron fueron sus dudas. Con cara de asombro pudieron observar que al fondo de la habitación seguía la chica del video, completamente atada de pies y manos. A sus pies, Javier vio la vela casi consumida por completo, la cual apagó de inmediato. Muy lentamente, avanzaron hacia la chica. Bea destapó la cara de la joven. Era una mujer de unos veintidós años con el pelo moreno. Tenía los ojos cerrados. La inspectora alzó despacio la mano hacia el cuello de la muchacha para comprobar si tenía pulso. Fue un alivio al contemplar que sí.
- Sólo ha perdido el conocimiento. Probablemente Paco la haya dormido para que no intentara escapar. Al menos aún sigue con vida- comento Bea.
- ¡Bea, mira a los pies de la chica!
Justo a los pies de la joven, había un papel en el suelo totalmente doblado. Bea lo recogió e inmediatamente lo abrió. En él se podía leer:
- Hoy no morirá ninguna inocente, aun así, vuestra visita a sido un honor y de una gran ayuda. Un saludo de vuestro amigo Jato.
- ¡Esto es el colmo! Ahora encima nos vacila este imbécil- dijo Bea llena de rabia.
- ¿Y ahora que propones que hagamos?
- Llama a Decker que venga acompañado de alguien y peine por completo la casa. Ya de paso que se lleve al laboratorio el cuerpo de Tamara para intentar encontrar algo.
Justo al acabar la frase. Bea sacó de su bolsillo trasero su IPhone y marcó el número de emergencias.
- Por favor, necesito una ambulancia. Envíenla a la siguiente dirección: Paseo de la estación, número veintisiete. Gracias- concluyó su llamada- . Javier, cuando venga Decker, que se encargue de enviar a alguien con la chica. En cuanto se recupere, hablaremos con ella a ver si nos puede contar algo que nos ayude. Nosotros vamos al piso franco en el que está Isa. Ahora mismo es lo único que podemos hacer para intentar saber más.
A los siete minutos, ambos policías se encontraban ya en el coche dispuestos a ir al piso franco.
- ¿Dónde está el piso?- preguntó Bea.
- Está a las afueras de la cuidad, tardaremos unos quince minutos en llegar. Bea, ¿qué crees que significa todo esto que ha preparado Paco?
- Pues ahora mismo no lo tengo muy claro, pero seguramente nada bueno Javier. Hay que coger a este tío cuanto antes, porque me parece a mí que ya se está pasando de listo.
Menos de lo imaginado, tardaron en llegar al piso. Subieron las escaleras en completo silencio. Los dos trataban de sacar conclusiones de todo lo acontecido, que no era poco. Al llegar a la puerta el corazón de Bea se aceleró por completo en décimas de segundo. Pudieron ver que la puerta estaba entre abierta, lo que no intuía que detrás se encontraran algo bueno. Y así fue. Al abrir la puerta vieron el cuerpo inerte de Isa totalmente ensangrentado, con un agujero en el cuello de gran profundidad y tamaño. El cadáver estaba colocado en un sillón, sentado, y justo en la pared, por encima de la cabeza, había otro mensaje:
HABLAR DEMASIADO PUEDE PROVOCAR GRAVES CONSECUENCIAS.
- Por lo que parece, este individuo se ha encargado de cortarle las cuerdas vocales. No se puede ser más bestia- comentó Javier.
- ¡No alcanzo a entender cómo es posible que este cabrón haya averiguado donde estaba la chica!- dijo Bea llena de ira- . No puede estar siempre por delante. Ha montado todo, solamente para que le dejáramos vía libre en matar a Isa. Y encima, por el camino, también ha matado a Tamara. Era la pista más clara que hemos tenido hasta ahora para dar con él, y nos la ha arrebatado como quien le quita un caramelo a un niño. Hemos caído como unos principiantes. Debemos de tomarnos el caso sin parar pero con calma. Los nervios no nos dejan actuar con coherencia y es lo que él quiere. Espero que la chica que encontramos en su casa nos pueda ayudar para tener algo de dónde tirar.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Capítulo 8...

Transcurrió la mañana hasta pasadas del medio día. Bea llamó a Decker para avisar de otro cuerpo encontrado. El sonido de su voz, superó los decibelios permitidos para un oído humano normal. Javier se tuvo que tapar las orejas con ambas manos para que no se le rompieran los tímpanos y el forense tuvo que separase del auricular para conservar su oído. El cabreo desmesurado de la inspectora jefe y las ansias de encontrar al culpable de tales asesinatos, la estaba colmando la paciencia.
- ¡¡Decker, mueve tu trasero echando leches para acá y avisa a los agentes correspondientes para que acordonen la zona. Y los quiero ya!!- seguía gritando Bea, dando órdenes a diestro y siniestro.
Colgó y, de reojo, miró seria a Javier; que la estaba observando con un poco de terror.
- ¿Tengo monos en la cara, o qué?- preguntó ella realmente cabreada.
- No. Solo que a veces me das miedo cuando te pones así- respondió Javier intimidado.
- Me alegro- dijo irónicamente- a ver si el asesino me está viendo y también se caga encima- bufó.
Javier no pudo evitar reírse de aquel comentario. Bea posó sus ojos en él, teniendo una mirada penetrante. Consiguió que él dejase de reír al instante.
- ¿Te parece gracioso?
- El comentario, sí.
- Por lo menos alguien se divierte con esto- volvió a contestar en tono irónico.
- Lo siento, es que ha sonado gracioso, solo eso.
- No te preocupes. Yo también me hubiese reído en tu lugar.
Ninguno de los dos volvió a hacer mención de lo ocurrido y se quedaron esperando durante hora y media hasta que llegaron los agentes a recoger pruebas, incluyendo a Decker.
- ¿No te dije que movieras el culo rápidamente hasta aquí?- preguntó malhumorada en cuanto el forense se acercó a ellos.
- Lo hice, pero él no quería- bromeó- . Tuve que avisar a todos. Como comprenderás, he tenido que recorrerme toda la comisaría para encontrar a los demás.
- Bueno. Ya estáis aquí- contestó tajante.
Bea enseñó a Decker el cadáver en la tumba, mientras que los demás acordonaban la zona y recogían muestras de huellas por los alrededores de la lápida. El forense no se podía creer que alguien pudiese hacer algo tan atroz. Tampoco entendía como se podía adelantar a los hechos sin ni siquiera ellos mismos saberlo.
Decker consiguió rápidamente el permiso de llevarse el cuerpo de la tumba para examinarlo y hacerle las correspondientes pruebas. Bea estaba tan impaciente por saber algo más que arrastro a Javier a acompañarla con el forense.
Después de una hora, llegaron a la comisaria. Se fueron los tres al laboratorio como alma que lleva el diablo.
El forense arrancó las prendas de la víctima, dejando al descubierto la gran abertura de su estómago. Se colocó unos guantes de látex y abrió la herida lo más que pudo, pudiendo observar que estaba vacía; sin intestinos. Javier no pudo verlo. Se dio la vuelta automáticamente y sacó de su boca una arcada, produciendo solo una tos seca. El médico comenzó a echar unos polvos por todo el torso descubierto de la chica muerta. Cogió un pincel con los pelos gruesos, como los que antiguamente usaban los barberos para afeitar a los clientes. Después de esparcir aquellos polvos, recogió de una pequeña mesa con ruedas, unas láminas transparentes; que los posó encima de aquella sustancia.
- ¿Me puedes explicar que narices estás haciendo?- preguntó enfadada después de presenciar los hechos del forense y sin entender nada.
- Por supuesto. Los polvos que he echado y las láminas que puse encima de éstos, es para comprobar si hay huellas en el cuerpo para que pueda recogerlos y analizarlos.
- ¿Te va a llevar mucho tiempo recolectar todas las huellas y las demás pruebas?
- Diría que bastante tiempo.
- ¿Cuánto más o menos?
- Mínimo dos horas. Creo que deberías seguir investigando más cosas por ahí fuera. Aquí perderías el tiempo.
- Eso haré. Llámame en cuanto tengas alguna prueba en claro, por pequeña que sea.
- Tranquila, lo haré.
Terminaron la conversación y Bea se marchó del laboratorio. Javier respiró aliviado en cuanto salieron de allí. Bea sonrió por el mal trago que pasó su compañero. Verlo un poco vulnerable, le parecía gracioso.
Bajaron a sus mesas y los dos se pusieron a investigar la vida de Paco García, el supuesto asesino. Bea no paraba de darle vueltas al mismo tema. ¿Cómo puede matar alguien que supuestamente está muerto? Y supuestamente porque ni lo han encontrado en su tumba, ni deja de matar.
Transcurriendo casi hora y media, Bea seguía sin encontrar nada del sospechoso. Javier, a los pocos minutos, tocó la puerta del despacho de la inspectora y asomó la cabeza por una pequeña abertura de la puerta, que estaba entreabierta.
- Pasa Javier. Dime que tienes algo nuevo. Me duele la cabeza de buscar y no encontrar nada- escupió las palabras como si fuesen fuego.
- Sí. Yo tampoco encontraba nada, pero me acordé de la conversación que tuviste con Decker sobre la familia del asesino y su estatus económico. Caí en la cuenta de que podría averiguar la dirección de donde vivía con sus padres y poder investigar allí.
- ¿Cómo no se me ha podido ocurrir antes? Eres genial Javier. Pero…
- Sí. Creo que sé lo que piensas.
- ¿Sí?- peguntó Bea curiosa.
- Supongo que crees, que aunque sepamos la dirección, no podemos echarla un vistazo sin una orden de registro.
- ¿Cómo lo has…?
- Tranquila. Ya la tenemos- interrumpió Javier- . En cuanto encontré la dirección, fui a pedir una para tenerla en cuanto te lo comentase. Quería decírtelo y después ir a investigar allí en cuanto tú digas.
- ¡Eres fantástico! De verdad… qué haría sin ti- sonrió ella.
- No harías nada- él siguió la broma.
- Bueno, no te lo creas mucho, que luego te vuelves tonto- dijo seria esta vez- . Manos a la obra. Espero que encontremos alguna pista allí mientras que Decker averigua algo.
Se dirigieron hacia la casa de los García. Tardaron una media hora hasta que llegaron. Nada más salir del coche, los dos se quedaron boquiabiertos por lo que estaban presenciando. Era una casa enorme. Tenía un muro de ladrillos alrededor de la casa como verja y una pequeña puerta de metal de color negro. No se podía ver con claridad, un pequeño camino de tierra; que guiaba desde la puertecita de metal hasta la puerta grande de madera donde se encontraba la casa, pues lo tapaba un montón de hierbajos y matojos de gran abundancia. La casa era de dos pisos y tenía un aspecto abandonado. La fachada estaba carcomida por el moho y el paso del tiempo. El color había desaparecido, convirtiéndolo de blanco a gris o casi negro. Decidieron entrar con pasos sigilosos, por si hubiese alguien viviendo ahí; aunque lo dudaban. Llegaron a la puerta, sintiéndose como si estuvieran en la selva por tanto verde alrededor. La puerta se veía muy desmejorada y casi astillada por el paso de los años. Bea agarró el pomo y giró hacia su derecha, comprobando que estaba cerrada. Javier tocó con un golpe tan bajo que casi podría decirse que era insonoro. Bea giró el pomo, pero esta vez a su izquierda. No sabía por qué, pero sabe que algunas puertas se abren al contrario a lo normal. Haciendo caso a su instinto, la puerta se abrió. Javier y ella se miraron sorprendidos y a la vez eufóricos, pues sabían qué significaba aquello.
Entraron y se quedaron atónitos al ver que la casa; por dentro no estaba abandonada. Casi podría decirse que parecía nueva y recién construida. Estaba todo oscuro. Las persianas se encontraban bajadas y las ventanas cerradas. El aire estaba cargado, pensando que la casa no se ventilaba desde hace días.
Estuvieron registrando toda la casa, cada uno un rincón sin encontrar nada raro. Bea se empezaba a irritar. Para algo que creía que podía ayudar, era lo que menos estaba resultando efectivo. Javier y la inspectora jefe quedaron de verse en la entrada en cuanto terminaran de registrarlo todo. Al cabo de una hora, los dos tenían caras de cansancio y enfado. Se pusieron a hablar de todos los lugares que habían investigado y que el resultado fue nulo. Cuando estaban a punto de irse, Bea recordó que dejó sin investigar una puerta, ya que estaba en un lugar con muchas y decidió dejarla para el final; pero se le olvidó. Se lo comunicó a Javier y fueron los dos juntos a registrar aquella habitación. Como cabría de suponer, la puerta estaba cerrada con llave. Decidieron buscar la llave por toda la casa pero fue inútil. Javier optó por echar la puerta abajo. Bea le dio su aprobación y entre los dos abrieron la puerta a golpes. No daban crédito a lo que veían. Al fondo de la habitación, había un corcho que ocupaba casi toda la pared, donde había papeles y fotos; fotos de las victimas muertas. Debajo de aquel corcho, se encontraba un escritorio con un ordenador de sobremesa. Suerte para ellos que estaba encendido y abierto, sin ninguna contraseña. Estuvieron investigando dentro del ordenador hasta que encontró una carpeta llamada PRIVADO. Javier al ver que no encontraba nada interesante se puso a mirar el resto de la habitación, encontrando música y libros a su paso; sin nada fuera de lo común. Cuando Bea encontró la carpeta llamó a Javier urgentemente. Los dos se quedaron mirando y al instante, abrieron la carpeta. Se veía en ella un montón de fotos y documentos, haciendo ver que el asesino vigilaba a sus víctimas antes de actuar. Las fotos eran de casi cada movimiento que ellas hacían; tomadas en el parque, en el portal de casa o de camino al trabajo o a su hogar. Pasando foto por foto, vieron unas cuantas de otra chica que no le sonaban de nada. En cada foto ponía el nombre de Tamara. Era morena, con el pelo largo y de complexión normal. De estatura se la veía normal. Ellos, inmediatamente lo relacionaron con la siguiente víctima. Bea se incorporó de inmediato y cogió su teléfono móvil. Marcó el número de la comisaría y le habló a un agente.
- Quiero que investiguéis a una chica llamada Tamara. Enseguida llevaré sus fotos. Creemos que es la siguiente víctima. No sabemos sus apellidos y no tenemos más información. Daros prisa- informó la inspectora jefe para que se movieran rápido, antes de que fuese demasiado tarde. Javier siempre tenía un Pen Drive para casos como estos. Copió toda la información que contenía aquella carpeta y salieron corriendo hacia el coche, poniéndose en marcha a su próximo destino.
Condujo Javier tan veloz, que llegaron a la comisaria en apenas media hora. Entregó el Pen Drive a un agente para que lo extrajera y comenzaran a investigar.
Al cabo de diez minutos, llegó el agente con una carpeta que contenía aquellas fotos de la que creían que era la próxima víctima. Se lo entregó a Bea y ella le echó un vistazo, comprobando que estaba todo en aquella carpeta.
- Hay una cosa más, inspectora- comentó el agente que llevó la carpeta.
- ¿Qué sucede?- preguntó Bea con urgencia.
- Las fotos de esta chica, se lo he enseñado a una familia.
- ¿Por qué hiciste eso?
- Porque acababan de denunciar la desaparición de su hija, y efectivamente, es ella.

sábado, 30 de octubre de 2010

Capítulo 7...

Las últimas horas de la noche se agotaban y Bea no había conseguido conciliar el sueño. Después de una larga madrugada dándole vueltas a la cabeza, decidió levantarse y hacerse un café para comenzar el día de la mejor manera posible. Ante si le aguardaba una jornada dura de trabajo, y quería, por todos los medios posibles, ponerle fin a los sucesivos asesinatos. Comenzó a vestirse a medida k el café se calentaba en el microondas. Estaba deseosa de poder invertir la situación y no quiso esperar mucho más para  comenzar a trabajar. Se tomó el desayuno de un trago y se apresuró a coger el coche para ir en busca de su compañero. Apenas tardó unos veinte minutos en llegar a casa de Javier. Vivían bastante alejados, pero el escaso tráfico que había a esas horas tan tempranas, le permitió conducir con fluidez y llegar con cierta celeridad. Justo al llegar a la calle de Javier, pudo contemplar que éste ya se encontraba en la puerta esperando.
- ¿¡Una noche dura, eh!?- Exclamó Javier en forma de saludo.
- Son las cosas de este trabajo, ya sabes cómo funciona esto- respondió Bea más despejada de lo que se podía esperar.
- ¿Cuál es el plan para hoy?
- Yo iré a ver si aclaro más cosas con el testimonio que me pueda dar Noelia, la hermana de la última víctima. Y tú puedes pasarte por comisaría e intentar averiguar algo sobre nuestro querido Paco. Decker, que seguro que a esta hora ya estará allí, te puede echar una mano. Además, luego tenemos una aventurilla que correr en el cementerio.
- ¿En el cementerio? ¿Por qué?- preguntó Javier totalmente sorprendido.
- Pues no te lo vas a creer, pero resulta que según los datos que me ha facilitado Decker, Paco murió hace unos años en un accidente junto a su familia. Y como tú comprenderás, no voy a contemplar la posibilidad de que sea un espíritu el que esté cometiendo semejantes atrocidades. Está claro que tiene que estar vivo, porque sus huellas así lo demuestran. Además, sabes que Decker no comete errores.
- Siempre hay una primera vez para todo- contestó Javier de forma muy directa- . De todas formas, está claro que este chico se está tomando demasiadas molestias para ocultarlo todo; excepto sus asesinatos. Todo lo que está sucediendo tiene que estar meticulosamente premeditado por alguien con la mente muy fría. Podría incluso saber que le seguimos la pista aunque solo hacemos que dar palos de ciego.
- Es posible Javier, pero tarde o temprano sé que cometerá un error y por eso tenemos que estar preparados en todo momento para dar con él. Ve a comisaría, a estas alturas Decker ya debe de haber conseguido la orden de un juez para exhumar esa tumba. Así que, en cuanto acabe, nos reunimos y vamos a aclarar el tema.
- Perfecto jefa, en cuanto sepa algo te llamo y nos ponemos en marcha hacia el cementerio.
- No seas tan profesional que ya nos conocemos desde hace tiempo, no tienes porqué llamarme jefa- respondió Bea con media sonrisa mientras se dirigía al coche a la vez que se despedía de Javier.
Pasada una hora, Bea llegó a casa de Lucía dispuesta a hablar con Noelia. Enfiló las escaleras que la llevarían hacia su puerta. Justó al llegar pudo comprobar que la puerta estaba abierta, lo cual no le provocó una buena sensación. Debido a su trabajo, la inspectora era enormemente desconfiada a cada cosa que se salía de la normalidad. Al abrir lentamente la puerta, pudo comprobar que su instinto; como tantas otras veces, no le había defraudado. Al entrar en la casa comenzó a inhalar un olor muy desagradable. Ya acostumbrada a vivir situaciones de este tipo, Bea caminaba muy despacio hacía la habitación de la cual salía el repugnante olor. Abrió la puerta sin más dilación y observó los intestinos de alguien esparcidos por la habitación. El suelo estaba repleto de sangre.
- ¡Joder, él ha estado aquí, casi en nuestras narices y no lo hemos visto venir!- gritó en voz alta a sabiendas de que hablaba sola.
Se dirigió a inspeccionar la casa en busca de si podría estar Lucía. Ni de lejos sabía que sus sorpresas no habían concluido, y que algo más le esperaba en el salón. Fue deprisa a abrir la puerta pero ésta no se abría. Estaba candada. Bea no tenía la llave pero si mucha prisa, por lo que decidió tirarla de una brusca patada. La puerta aún se tambaleaba en el suelo cuando Bea entró en busca de Lucía y allí la encontró. Tirada en el sofá en el que habían estado sentados el día anterior. Estaba completamente muerta, también con un charco de sangre esparcido por el suelo. Tenía una abertura en la muñeca izquierda; y junto a sus pies, un cuchillo de cocina. Aquello tenía la mala pinta de haber sido un suicidio, pero Bea sabía que eso lo debía de averiguar Decker. De ser cierta su teoría, entendía que Lucía pudo escuchar lo que le estaba haciendo el asesino a su hija, sin poder hacer nada para ayudarla. De ahí que la puerta estuviera candada. Se apresuró a coger su IPhone para llamar a Javier, pero al desbloquearlo pudo contemplar que él ya la estaba llamando a ella.
- ¡Tengo alguna novedad sobre Paco!- comentó Javier apresuradamente.
- Pues si te cuento las que tengo yo…- contestó Bea con un tono irónico y muy serio- . Bueno, para resumir te diré que Lucía está en casa muerta, lo que probablemente haya sido un suicidio. Y te preguntarás por qué; pues yo te lo digo. Pues porque en la habitación de Noelia ésta no estaba. Lo que sí que estaban eran sus intestinos por el suelo de la habitación rodeados de sangre. Lo que me hace deducir que Paco le ha hecho una visita y desgraciadamente Noelia está muerta. Seguro que, próximamente, nos avisaran de que han encontrado su cadáver.
- ¡A veces eres un poquito bestia! ¿Lo sabes, no?- cuestionó Javier totalmente asombrado.
- Lo sé, pero entre la prisa que tengo por resolver esto y lo que nos está mareando nuestro amiguito, me estoy empezando a poner de muy mal humor; más del habitual. Necesito que vengas aquí para irnos al cementerio. Por cierto, tráete a Decker para que eche un vistazo a todo el estropicio que hay aquí montado. Ya me comentas en persona lo que hayas descubierto tú.
- Estaremos allí lo más rápido que podamos- dijo Javier justo antes de finalizar la llamada.
No llevaba ni veinte minutos de espera cuando Bea vio entrar a Javier y Decker en la casa de Lucía.
- Decker, aquí tienes trabajo para que pases el día entretenido. Por favor, averigua todo lo que esté en tu mano que quiero atrapar a ese malnacido cuanto antes.
- Todos queremos lo mismo. No se preocupe que no pasaré ni un solo detalle por alto, se lo prometo.
- Javier, vamos al cementerio y en el coche me cuentas lo que habéis descubierto.
 Los dos policías bajaron las escaleras apresuradamente sin cruzar ni una palabra, hasta que ya por fin dentro del coche retomaron la conversación.
- Te cuento. Por lo visto Paco, con sus padres y sus dos hermanos murieron en un accidente de coche. Por lo que se pudo saber, ese accidente fue provocado por alguien.
- ¿Y eso por qué?
- Por lo visto, el padre de Paco era un hombre muy poderoso, con mucho dinero y varios negocios; deduzco que alguno turbio. Alguien puede ser que le tuviera entre ceja y ceja y decidió cargárselo por la vía rápida junto a su familia.
- ¿Cómo provocaron el accidente?
- Pues muy meticulosamente, la verdad. Por lo que después se investigó, resulta que, en la bombona de gas; donde se rellena el aire acondicionado del coche, le echaron cloroformo. Entonces en el momento en el que accionaran el aire, el cloroformo se expandió por todo el coche; provocando el sueño eterno de esa familia, ya que al dormirse todos, perdieron el control del vehículo. Esto provocó que se pasaran al carril contrario y chocaran de frente contra un camión, que venía en sentido contrario  y murieran todos en el acto, incluso el camionero.
- ¡Todos no!- respondió Bea interrumpiendo a Javier- . Estoy segura de que Paco sigue vivo y lo acabaremos demostrando.
- El coche y el camión quedaron totalmente calcinados. De Paco concretamente se encontraron dos dientes y un dedo. De sus familiares no pudieron rescatar mucho más. Aun así el alcalde decidió, como pequeño homenaje debido a las influencias del padre de Paco, que metieran los pocos restos hallados en unas urnas y los enterraran en un panteón común con una tumba para cada uno. Y ese cementerio está precisamente delante de nosotros.
La conversación entre ambos había sido tan expresiva que Bea no había reparado, ni en el camino, ni en que ya habían llegado a su destino.
- Deberíamos de hablar con el vigilante de aquí para que desalojara a la gente y nos dejara investigar a solas. Lo que menos necesitamos ahora es algún curioso observando muertos- sugirió Javier.
- Tienes razón. Encárgate de hablar con él, que ya sabes que yo le puedo decir cualquier burrada si se me agota la paciencia-
- ¡Perdone!- avisó Javier al guardia enseñándole la placa- . Necesitamos que saque a la gente del cementerio porque tenemos que investigar en un panteón. Aquí traemos la orden de un juez para proceder.
- ¡Ningún problema!- exclamó el vigilante a la vez que examinaba dicha orden- . Denme unos minutos por favor.
Al rato, el vigilante se apresuró a cumplir lo acordado con los policías.
- ¡Señoras y señores, les rogaría que abandonaran el cementerio con la mayor celeridad posible, porque en unos minutos quedara cerrado!-proclamó el vigilante por un micrófono con el que contactaba con la gente que allí se encontraba.
Al poco tiempo el recinto fúnebre se cerraba a espaldas de Bea y Javier mientras éstos se encaminaban hacia el panteón. Alrededor de un kilómetro de cuesta arriba, caminaron hasta por fin dar con un panteón en el que había un letrero en la puerta que decía: Familia García. Era generosamente lujoso con dos figuras de dos ángeles a cada lado de la puerta. Justo encima de la puerta, había un tercer ángel con una espada apuntando hacia abajo. Era una réplica del arcángel San Miguel, situado en lo alto del castillo de San Ángelo de Roma y esculpido por Bernini. Probablemente los ángeles de los lados serían réplica de alguno de los que están situados en el puente de San Ángelo.
- ¡Se nota el poder adquisitivo que tenía esta familia!- dijo Javier asombrado.
- La verdad es que el panteón es precioso, pero no hemos venido a ver un museo sino a investigar- replicó Bea.
- ¿Crees que los asesinatos pueden estar relacionados con el accidente provocado?- preguntó Javier.
- Cabe la posibilidad, no te digo que no, pero eso también habrá que investigarlo. Vamos a dentro a abrir la tumba de una vez, que esto no es un plato de muy buen gusto, la verdad.
Bea abrió la puerta y se dirigió en busca de la tumba de Paco. La encontró al último intento. Curiosamente era la única tumba que no tenía una foto del difunto. Javier se apresuró a abrir la tumba con una palanca que había portado durante todo el trayecto. Bea era una chica fuerte y poco impresionable, así que ni se lo pensó a la hora de ayudar a su compañero. Después de unos instantes haciendo fuerza con la palanca, lograron abrir la lápida y ver lo que había en su interior. Los ojos de ambos no daban crédito a lo que estaban observando. Era el cuerpo sin vida de Noelia, con el estómago totalmente abierto y cubierto de sangre. Javier por un momento pensó que vomitaría, pero se aguantó como pudo y solo consiguió decir:
- ¡No me lo puedo creer, nos la ha vuelto a jugar bien este cabrón!
- ¡Mira, pues aquí tienes su firma!- respondió Bea con la misma cara de asombro que su compañero.
Javier giro la cabeza y vio que encima de la lápida, en la parte que había estado enterrada se podía leer:
TU ATRÓZ CODICIA POR QUERERLO TODO VACIÓ TU ESTÓMAGO
- ¡Esto ya pasa de castaño oscuro!- exclamó Bea con mucha ira contenida. Este tío se sabe de memoria cada paso que vamos a dar justo antes de que lo demos. Cada pista que encontramos nos lleva al siguiente sin sentido. Y lo peor de todo, es que al ritmo que estamos yendo, lo único que crecen son mis ganas de cogerle y las víctimas. Esto hay que pararlo como sea, tenemos que adelantarnos a él en alguna ocasión.
- ¿Qué sugieres que hagamos ahora?- preguntó Javier totalmente abatido.
- Confiemos en que Decker sea capaz de encontrar algo en la escena del crimen y que nos pueda guiar. Ahora mismo es del único hilo que podemos tirar. No te vengas abajo Javier, te prometo que a éste lo metemos a la sombra como que me llamo Bea.

sábado, 9 de octubre de 2010

Capítulo 6...

Pasaban cuatro horas de la medianoche. Noelia por fin había conseguido conciliar el sueño. Los últimos días fueron muy difíciles para ella y para su madre. Su padre murió unos años antes debido a un horroroso accidente en las vías del tren, pero no imaginaban que el destino les deparaba otra pérdida, la cual les sucedió hace apenas dos días. Se trataba de su hermana Mónica, cruelmente asesinada.
Se escuchó un ruido y Noelia se despertó sobresaltada con los ojos abiertos, casi saliéndoseles de las cuencas. Posó su mano derecha en el pecho por la impresión y respiró agitadamente. Se quedó parada unos segundos para comprobar que volvía a escuchar aquel ruido. Cuando se convenció que podría ser fruto de su imaginación, se recostó de nuevo y cerró los ojos para intentar conciliar otra vez el sueño.
Comenzó a pensar en la conversación que tuvo hace horas con su madre, nada más llegar a casa después de trabajar.
- Hija, han estado dos policías aquí en casa- comenzó Lucía.
- ¿Encontraron a mi hermana?- preguntó ella ansiosa.
- Si- contestó con un hilo de voz.
- ¿Dónde está?- empezó Noelia a ponerse nerviosa y mirando de un lado a otro buscándola.
- Quiero que me cuentes que te pasó con Paco.
- ¿Qué tiene que ver él con mi hermana?- preguntó con lágrimas en los ojos y con un poco de extrañeza en su voz.
- Solo cuéntame, por favor- suplicó Lucía.
-  Fue hace mucho tiempo. Estábamos muy felices, o eso creía yo. Un día fui a casa de mi ex, Oscar. No se cómo, Paco se enteró que nos enrollamos y me dejó. Yo intenté explicarle que no significaba nada para mí. Oscar quería volver conmigo y yo estaba confundida, pero en cuanto vi que podía perder a Paco se me aclaró todas mis dudas. Desde entonces no quise saber de él, odiándolo por no dejarme explicar y no querer volver conmigo.
- ¿Eso es todo, hija?
- Si, mamá. Ahora dime, ¿qué tiene que ver Paco con mi hermana? ¿Ella dónde está?- preguntaba desesperadamente.
Hubo un silencio incómodo de unos segundos, pero para Noelia fueron eternos.
- ¡Habla ya, mamá!- exigió.
- Verás… Ven, será mejor que te sientes- indicó Lucía a su hija a sentarse en el sofá con un tono calmado; intentando tranquilizarla, mientras hacía tiempo en buscar las palabras adecuadas para que no sonara brusco.
- Me estás asustando, ¿qué pasa?- Noelia gimió en sentido triste, haciendo que sintiera verdadero pánico por lo que le fuese a decir su madre.
- Me dijeron los policías que… tu hermana… la encontraron asesinada y que el culpable de su muerte podría ser Paco- Lucía soltó toda la información de golpe, casi sin respirar, para que su hija no la interrumpiera. Al finalizar observó que ella estaba en estado de shock. Su postura estaba con la boca y los ojos abiertos, estando paralizada y mirando al vacío. La mueca de su cara indicaba que estaba totalmente desencajada por la noticia.
- No… puede… ser… cierto- consiguió pronunciar después de un rato- . ¿Mi hermana muerta? ¿La mató Paco?- preguntaba atropelladamente mientras miraba a su madre con verdadero pánico y tristeza.
- Mi niña- dijo Lucía llorando y cogiendo a la vez las manos de su hija para intentar consolarse ambas- , ya sé que es difícil de creer pero es cierto. Mañana vendrán los agentes para preguntarte sobre Paco y vuestra relación. Desde siempre, nunca me ha dado buena espina ese chico y con su apariencia, dudo que sea un asesino, pero a estas alturas… ya me creo que sea capaz de matar cualquier persona aunque no dé el perfil.
Noelia solo asintió con la cabeza y sollozaba. Su madre la abrazó fuerte para calmarla y darla fuerzas.
No pudo evitar volver a llorar al recordar aquella conversación. No aceptaba que su hermana ya no volvería a estar con ellas. Se abrazó fuertemente a la almohada como si su vida dependiera de ello. Sin darse cuenta, quedó profundamente dormida.
Unas horas después, se oían pasos sigilosos sobre la madera de la casa. Era parquet y con cualquier pisada mal dada, se escucharía hasta en la calle. Aquel desconocido abrió una puerta con lentitud para que no hiciese ruido. Lucía descansaba tranquilamente. Volvió a cerrarla y regresó tras sus pasos. Ahora se dirigía por el salón hasta otra puerta. Hizo lo mismo que con la anterior y miró como Noelia dormía abrazada a su almohada con las cejas fruncidas. Entró muy despacio, cerrando la puerta tras él. La habitación estaba fresca, sintiendo una pequeña brisa a causa de tener la ventana abierta. Se iba a sentar en la silla del escritorio, colocado al fondo de aquel dormitorio. Seguía andando con pasos cautelosos en aquella dirección. La habitación estaba a oscuras, lo que hacía más fácil que no le viesen el rostro. Aun así él se puso el pasamontañas y esperó a que ella despertara; no sin antes, taparle la boca con cinta aislante para que no gritara. También la maniató, para que no intentara quitarse la mordaza.
A las pocas horas más tarde, Noelia se despertó. Se sentía extraña. Cuando pretendía estirarse, se dio cuenta que no podía. Comenzó a observar que estaba atada de manos y pies, impidiendo que pudiese subir los brazos a su cabeza. Miró fijamente enfrente de ella, enterándose que había un hombre sentado en su silla de escritorio y con pose de estar esperando.
- Ya pensaba que no despertarías- comentó burlón- . ¿Cómo has amanecido hoy?- añadió.
Hizo una pequeña pausa y prosiguió.
- ¡Vaya! Parece que no me quieres contestar- volvió a decir irónicamente.
Se levantó de la silla y se acercó a la cama con paso tranquilo y sin prisa. Cuando estuvo cerca de Noelia, se agachó; quedando de cuclillas frente a ella.
- Ni se te ocurra chillar, será en vano- susurró distante y feroz.
Dicho esto, el hombre le quitó la cinta con demasiada velocidad, haciendo que la chica se quejase y moviera los labios de un lado a otro.
- ¿Quién eres?- preguntó entre curiosa y asustada.
- Puedes llamarme Jato, encantado- asomó una sonrisa falsa en su cara- . Basta de presentaciones, comen…
- Paco, ¿eres tú?- le interrumpió.
- Da igual quien sea, ¿no?- pronunció aquellas palabras con una voz fría y dura.
- ¿Por qué haces esto?
- No es de tu incumbencia- replicó- . Además, ¿qué más te da por qué lo haga? Tú hiciste otras cosas que ni pensaste en el sufrimiento que ocasionabas.
- Perdóname, estaba confundida- rogó con súplica. Sentía miedo en su interior por lo que pudiese hacerle. Si fue capaz de matar a su hermana, puede que sea capaz de matarla a ella.
- Ya es tarde para disculpas y contemplaciones. Basta de charlas, ¡estoy harto!- soltó las palabras como puñales, casi escupiéndolas como si fuesen fuego.
Se incorporó y se dirigió hacia el escritorio. Se sentó encima de la mesa y detrás de su gabardina, sacó algo. Noelia temía por su vida. Intentó razonar con él, pero eso parecía que le enfureciese aún más. Jato se acercó con pasos agigantados y enseñó a Noelia un cuchillo afilado, como los que usan los militares para cortar cualquier utensilio. Se veía muy afilado. Apoyó la punta de éste en forma pensativa. Noelia se asustó, no sabía qué hacer para salvar su vida.
- ¡No lo hagas, por favor!- gimió mientras brotaba de sus ojos un par de lágrimas.
- ¡Cállate!- contestó furioso.
- ¡Por favor!- suplicó con los ojos cerrados y sin parar de llorar.
- Me estás colmando la paciencia, mocosa.
A continuación de decir esas palabras, cortó bruscamente la cuerda de las manos. Automáticamente, Noelia extendió los brazos y dejó libre y destapado el pecho de ella, lo que hizo reaccionar a Jato para apuñalarla en el pecho izquierdo, justo en el corazón. Noelia escupió sangre pero aún vivía, milagrosamente. Mientras él la apuñaló, le surgió una gran idea; lo que hizo que sonriera maliciosamente. Movió el cuchillo hacia el estómago, haciéndole una abertura grandísima. Aquello provocó un gran chorro de sangre que le salpicó la cara. Empezó a hurgar con el arma, consiguiendo que la herida sea más grande y profunda. Estuvo así durante unos minutos, hasta que sacó el cuchillo y pudo ver sus intestinos. Metió la mano y los esparció por toda la habitación. Cogió un clínex y lo sacudió, para después limpiar la fina hoja de sangre y la empuñadura. Se guardó el arma donde lo tuvo colocado antes y salió de la casa sin hacer ruido con el cuerpo a cuestas, tapado con las sabanas y el edredón.